lunes, 23 de mayo de 2016

Una pizca de casa

(Santiago de Chile, 14 de abril de 2016. En la noche a las 21.30 aproximadamente, en el terraza de un departamento en Vicuña Mackenna con Santa Isabel. La lluvia se transforma en temporal)

Llegué de la Universidad y empecé inmediatamente a preparar mis cosas,  para mi viaje de más rato. Termine mucho antes de lo planeado y como es eventual, sentí la necesidad de comer algo. Herví agua para preparar mate, uno de los pocos hábitos que aún conservo de mi antigua vida en el sur.
Mientras “mateaba” comencé a notar con mayor intensidad el sonido de la lluvia, que resonaba en la pequeña terraza de mi habitación.  No pude evitar sentir una nostalgia a ese sonido que es constante y característico de mi sur.
Me asome a la terraza y contemple la lluvia. Matizaba con cierta gracia los edificios y aunque la ciudad claramente seguía siendo la capital, me sentí transportado por el aquel sonido de las gotas cayendo y chocando con todo a su alrededor, por aquel olor a humedad y ese sensación de frió que produce cierto temblor en los huesos.
Sentí el calor del mate en mi mano y me esforcé por oler su aroma sumado al de la humedad y el aire.
Fue como volver al sur por un instante.

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