lunes, 23 de mayo de 2016

Atrapado en la capital

En el sur al igual que en Argentina el acto de “matear” es una acción social. Para mí, el mate, es un hábito que he conservado desde mi emigración a Santiago y sin embargo debido mi condición de arrendatario independiente la parte de “acción social queda omitida”.
Salí a la calle con un mate con la hierba puesta y el agua hervida en un termo y lo deje en un transitado paradero de Vicuña Mackenna. Esperando la ansiada conversación típica del acto de “matear” pero la indiferencia de los transeúntes fue evidente.
Por esencia el ser humano es un ente social, pero que se ha esmerado en negar su naturaleza sensitiva.
Nos hemos esforzado por escapar de esa ruta que trazábamos en búsqueda de la sensibilidad yéndonos por un camino yo caótico, motivado por placeres superfluos.
Santiago es para mí una ciudad del desencuentro, la capital del nuevo centro del vacío existencial. Que se deja guiar por el pseudo-raciocinio eludiendo la sensibilidad y la afectividad que es característica del ser humano.
Edgar Morin sostiene “La ciencia del hombre no tiene fundamento” y en eso no discrepo, pues se sustenta en argumentos razónales cuando  la verdadera naturaleza del hombre es que un ser emocional, cuyo real potencialidad del pensamiento va más allá de lo entendible, la llamada  paradoja de lo uno y lo múltiple, se deja en evidencia en el hecho de que pensamos y sentimos.
Debemos aceptar esa doble facultad, debemos pensar y sentir y apreciar nuestras habilidades sensitivas, nuestra naturaleza estética.
Quizás cuando eso pase, podre salir a las calles de la capital y compartir un mate con desconocidos mientras esperamos la micro.

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