miércoles, 30 de diciembre de 2015

Parquecito aquel.

Paralelo a calle General Bustamante, entre Avenida Rancagua y Francisco Bilbao, empieza el sector del Skatepark en el Parque Bustamante de la comuna de Providencia, donde se concentran jóvenes a todas horas, sin importar qué día de la semana sea. Los vecinos afirman que en la noche (pasada las 21.30 horas) hay mucho olor a marihuana, producto del consumo que ejercen los jóvenes que asisten a “patinar” en ese horario.
     Pese a lo anterior, el parque es un lugar tranquilo que concentra aglomeraciones familiares en todo horario, ya que posee vastas áreas verdes, las cuales son frecuentadas por los estudiantes principalmente en el horario de almuerzo o posterior a clase. Por las tardes es común encontrarse con vecinos del sector pertenecientes a la tercera edad, y a padres quienes llevan a sus hijos a recrearse en los juegos que se encuentran a metros del skatepark.
     En general, según afirman los residentes, el sector es tranquilo, pese a que la arquitectura antigua de los alrededores le da un aspecto lúgubre por la noche, es  usual ver parejas y gente del sector hasta altas horas de la noche, como es el caso de la pareja conformada por “Leo”, joven peruano residente de  Providencia y su pareja “Clau”, quienes disfrutan una vez por semana de cenar sushi sentados en una de las bancas del parque, mientras observan a los niños jugar. Otro caso es el de Don Juan, quien vive en un departamento a una cuadra del mismo; él casi todas las  noches, pasadas  las  23.00 horas, disfruta fumar un cigarro sentado en alguna de las bancas del parque, observa  a la gente trotar y se relaja unos minutos antes de volver a su domicilio. Don Juan afirma que el parque es un bonito lugar, para que los niños se recreen y personas como él puedan relajarse tras un día de trabajo, puesto que la multiplicidad de gente que asiste en todo horario hace que el parque sea una terapia de relajación más que efectiva.

     Sin embargo, el mayor temor de muchos concurrentes de la plaza, es que en la calle General Bustamante, a ciertas horas de la noche, empiezan a aparecer prostitutas quienes se pasean también  por el parque, y según “Clau”, miran con desprecio a quien se quede mucho rato en alguna esquina del parque donde ellas fuman y hablan “temas indecentes”.  

     Al caminar de regreso a mi hogar esa noche, pasé por las esquinas lo más rápido posible evitando el contacto visual.

viernes, 25 de diciembre de 2015

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Y con eso selle mi sentencia.
Oh, ate mi cuello a la cuerda.
Lo apreté usando mis rodillas.
Oh corazón, porque no me diste una oportunidad.

Me equivoque al ir a paso fugaz, pero cuanto calor sentía por ti,
Oh  risa, fue la ansia presurosa la que me llevo a ti en primer lugar
no lo niego, es mi culpa por hablar demás con los demás y
si mi castigo es pagar por el ansia, pagar por hablar, asumo con responsabilidad
es así el juego de la vida
pero por favor mírame al pasar
acaso no notas mi mirada suplicante buscando en ti el perdon
no rompiste mi corazón, rompiste una esperanza que se sello desde aquel beso que secundo el abrazo.
Dadas las condiciones de nuestro adiós, uno esperaría que te guarde rencor
aquellos que piensan así se equivocan, solo evoco a tu promesa

ser parte de mis historias
un brazo izquierdo, o una mano derecha
una compañera, libre, que vive la vida
y que evoca al karma mientras escuche rap y mire a los niños jugar
a veces las cosas son claras para uno
tu lo fuiste para mi

la risa fue de mentira

HOY LO REPITO -lo escuche por ahi de no se quien- POR QUE LO CREO:
"Hoy abrazo tu libertad para romper mis cadenas"

Amo tu libertad. No te guardo rencor

domingo, 20 de diciembre de 2015

Final del 1º Semestre


Han pasado varios meses y aún me siento forastero en tierra extraña.

Aunque el aire ya no duele tanto al entrar por mi garganta. Ya apenas necesito los lentes. 

Tengo amigos.

He vivido decepciones, pero también éxitos.

Aunque hay una pena que carcome en mi pecho. 

Un desafortunado sentimiento aprieta mi corazón. Me digo a mi mismo que ya pasara. No es una mentira, pero se que lo digo para hacerme sentir mejor. 

Es distinta, eso me gusto, pero mis vacíos mentales y la soledad me obligan a enfocar mis problemas en pasiones viscerales para así mantener mi mente ocupada y evitar pensar en mis tormentos.

Me fui de "la magia del sur" escapando. Humillado e insultado. Herido y solitario.

Cuando descubrí aquella horrible verdad que azoto mi vida, limité mi vida familiar en casi su totalidad, Estuve meses aislados pero todo ha mejorado con mis pares desde aquel entonces. Los meses han ayuda a aliviar las heridas.

Así que partí a esta aventura a la vida. El vivir solo, el enfrentarse en 4 paredes los fantasmas que me atormentaban, las realidades posibles que cargaba en los sueños, los miedos y fantasías locas que cargaba en mi mochila en aquellos viajes por las calles de la capital.

En un mes más partiré al sur. No se como sentirme al respecto. Tengo que visitar a mis abuelas, mi tíos, mis amigos.

Llevo 5 meses en la capital.

El día que me di cuenta que te quería

El día que me di cuenta que te quería fue igual al resto
        (un poco más suave, quizás)
Lo duro fueron los días que vinieron después
la soledad que provocaba tu ausencia
el desencanto de la vida
el gritó de mis vísceras que desplomaba los fragmentos oxidados de mi alma.
El día que me di cuenta que te quería algo murió en mi y no me di cuenta
empezó a caer una lagrima invisible de mi ojo izquierdo
lagrima que percibí mucho después.
El día que me di cuenta que te quería no fue nada especial
lo duro fueron los días posteriores
los días dantescos que amarraban y condenaban a que mi anima cayera a un abismo de tribulación.
Ensimismado
Esperando vivir.
Aquel día
El día que mi di cuenta de cual fue el día que te quería, fue el día que me dí cuenta que te quería.
Igual
Lo que vino después fue lo duro

domingo, 13 de diciembre de 2015

“Drástica” o “No te enamores de mi, enamórate de la vida”


I
El día se ve naranja. El aire está pesado y caliente. Santiago no hace deporte, pero su abuelo insiste en que salga a tomar aire y jugar con el resto de los niños. Eso último es difícil, Santiago no se lleva bien con niños de su edad, le  cuesta demasiado socializar.
Sólo observa.
Algunos niños juegan a la pelota, al momento llegan otros más grandes a quitarles el espacio del jardín. Los pequeños corren, sólo queda uno al que comienzan a molestar y empujar. Santiago  quiere  actuar,  quiere defenderlo, pero sabe que será inútil;  ya  pensó  en todos los escenarios posibles, en todos los finales alternativos, en las  repercusiones que tendría intervenir y ninguna era favorable para él. Por ello se queda observando.
Su abuelo que oía desde el patio de la casa lo que ocurría en el jardín, sale a reprender a los niños y a atender al pequeño que llora desconsolado.
Más tarde regaña a Santiago por no actuar.
“A veces no basta con pensar en las posibilidades pó, el fin es superior. Mira hijo, la felicidad está en el arriesgarse, en tener la iniciativa; no en las posibilidades, ni en la rutina. Sé que hoy no lo entiendes, pero algún día lo vas a comprender muy bien”.
Es evidente que Santiago no lo entienda… Tiene 10 años.
Él despierta de su sueño.


II
Todas las noches sueña despierto.  Tiene insomnio. Se acuesta rutinariamente a las 22 horas y se levanta a las  seis am sin importar que tan poco haya dormido.
El insomnio, hace que su cara asemeje el rostro de un muerto; unas ojeras grandes y  negras, un color pálido en su  piel, que contrasta el castaño claro de su cabello.
Se ducha con agua fría para despertar; su cabello es corto, pero tiene un largo flequillo que al mojarse cubre sus ojos, encorva su espalda y apoya su frente en la pared por breves minutos, pareciera que duerme, pero el frío le hace lanzar un alarido recordándole que está vivo.
Camina  hacia  su trabajo en la pequeña librería de la que él es dueño, su abuelo la financió cuando  cumplió los  18 años.
Al salir del trabajo, camina por el parque y observa las pequeñas casas antiguas de la provincia, todas construidas con madera y pintadas con brocha. Con escandalosas chimeneas que emiten una gran cantidad de humo que matiza el gris del cielo.
Por 4 años ha estado haciendo lo mismo. No dormir. Soñar despierto. Bañarse. Trabajar. Caminar. Intentar conciliar el sueño. No dormir. Soñar despierto. Bañarse. Trabajar. Caminar. Intentar dormir. No dormir. Soñar despierto. Bañarse. Y un día cuando estaba en el trabajo y todo era como siempre, recibió una llamada de teléfono.
III
En el tren, apoya su frente en la ventana. No escucha música. No lee. No duerme. Sólo observa, sólo piensa. Hace frío. Afuera está lloviendo, incluso puede verse el aire cada vez que suspira. Todo se ve azul dentro de ese bus.
Una niña aburrida por lo extenso del viaje, se levanta del asiento, que está al lado de su    madre y empieza a retroceder mirando las caras de los pasajeros. Él es el único que está sentado solo; compró dos pasajes para asegurarse que nadie interrumpa su forzada meditación. A la niña le llama la atención que fuera el único solo, incluso le da pena, lo ve mirando la ventana y piensa que al igual que ella, está aburrido, así que se sienta a su lado y le dice:
“Yo voy a vacacionar y ¿tú?”. Él no la escucha, ni siquiera la ve sentarse. Pero al cabo de unos segundos nota la pequeña variación del Co2 en su espacio personal –no está acostumbrado tener a otro humano cerca-, al verla no se enoja, es muy tranquilo para eso y en el fondo siempre le han gustado los niños. La ve y entiende enseguida que la niña espera una respuesta de la que él no sabe ni la pregunta.
-Disculpa, no te oí, ¿Qué decías?- Le dijo con el tono más paternalista que pudo sacar.
-¡Que si vas a vacacionar!- le dijo la niña exasperada concentrada en la bonita chaqueta de mezclilla que usa él, encima del ancho polerón gris que lo protege del frío. 
-Algo así, voy a ver a alguien, mmm, muy querido, y ¿tú vas sola?
-Mi mamá está durmiendo adelante y ¿la tuya?
-Ella… se fue al cielo con mi papá hace tiempo.
La niña guarda silencio y observa algo confusa al joven. Sus dos papás están vivos y los dos papás de sus amigos también lo están, y sus cuatro abuelos igual entonces no entiende eso, pero si entiende lo de irse al cielo, es lo que le dijo su mamá cuando murió su pececito.
-“Aunque siempre me están mirando, están junto a Dios ahora”.
-Y tu amigo ¿también te cuida?
-¿Mi amigo?, ¿Al que voy a ver? Si mucho, aunque hace tiempo no lo veo, es que a él gusta vivir en la capital, a mí no. No me gusta la capital, de verdad no quiero ir, pero es urgente. Hace rato me dijo que nos vayamos a vivir juntos pero---
-Me iré, le das saludos a tu amigo de mi parte.-Dijo la niña interrumpiendo, aburrida de la conversación, producto del hambre que impedía que se concentrara, sólo podía pensar en las galletas Toddy que su mamá tenía en la cartera.
-De tu parte- Le responde, antes de que se fuera, forzando una sonrisa que deja entrever toneladas de melancolía.
Cuando llega a la capital está lloviendo. Fue directo al cementerio. Camina sin prisa, total sabe que ya ha sido enterrado.
IV
No trae flores. No lleva parca, sólo el polerón gris y la chaqueta de mezclilla. Observa la tumba por casi dos horas.
En la noche vuelve a su provincia. Un viaje de 12 horas para visitar una tumba, sin siquiera llevar flores. Es recién mediodía; la impaciencia y el ansia lo invaden.
La vida en la Ciudad Mágica para los jóvenes de provincia es como el paraíso, sobre todo en las noches donde la bohemia se apodera del casco antiguo de la prodigiosa capital.
V
Alguna vez, cuando niño su abuelo le leyó un relato de Paul Auster, cuyo nombre de autor, de relato ni trama concibe recordar, pero si recuerda de memoria aquella descripción de la ciudad donde ocurrían los hechos del relato; que encajan también con La Ciudad Mágica, “un espacio inagotable, laberinto de interminables pasos, que siempre te dejaba la sensación de estar perdido. Perdido no sólo en la ciudad, sino también dentro de sí mismo”
El joven tenía muchos trámites que hacer. Pero no tenía ánimo. Su tren salía a las 23.30.
Son las 13.07. Piensa en que tal vez deba llamar al abogado de su abuelo para solucionar los trámites legales y empezar los asuntos de la posesión efectiva y bla bla bla. Pero el dolor se convierte en pereza. Se sienta en una banca a procrastinar y esperar que llegué la hora de regresar a su tranquila provincia y a su monótona y ordenada vida.
14.13. Siente la necesidad de vagar.
Comienza a caminar por las calles sin pensar en nada, guiado meramente por la inercia, recuerda más del relato que su memoria había olvidado. “Vagaba sin propósito, todos los lugares se volvían iguales y daba igual dónde estuviese”.
Su reloj marca las 17.36. Decide que debía comer algo.
Entra al café Quinn, que estaba justo en la equina de la calle Arenales, contiguo a la “Agencia de Detectives Auster” y a un pequeño local de remises.
VI
Se sienta en un pequeño salón vació del local, con mesas hexagonales de color rojo con patas color crema. Las sillas son de los mismos colores las paredes con un perfecto blanco.  Pide  medialunas con un té chai. Pasa una señorita con el pelo no muy largo, color castaño con un mechón rojizo, muy guapa, con unos ojos claros e inteligentes. Era muy –muy, muy- delgada, de estatura media que caminaba con cierta lentitud que refleja un dejo de sensualidad. Usa un abrigo negro, debajo una polera que permitía ver su delgado cuello y sus hombros, unos pantalones anchos color beige. Se acompaña de una cartera café en el brazo derecho,en el izquierdo sostiene un archivador rojo y varias carpetas apegadas a su pecho. Los espirales del archivador parecen enredarse con su mechón burdeo.
El joven mantiene la cabeza agachada, concentrado en su té chai y sus tribulaciones. No se percata de la presencia de la jovencita que camina por el frente de su mesa. Ella tampoco lo ve, pero le llama la atención los pantalones rojos del único usuario de aquel largo pasillo.
La joven pierde el equilibrio, mientras las hojas de las carpetas vuelan por los aires. El joven siente el ruido y la ve recogiendo sus papeles, sin percatarse de su armónico rostro.
Se acerca para ayudar sin mirarla, se agacha a recoger las hojas, ella levanta la cabeza y le dice: “no te preocupes”, sus miradas chocan. Los ojos de la chica son casi fieros por su fijeza. Ambos sonríen nerviosos por aquella incómoda situación.
“Me dicen Cote y ¿a ti?”-pronuncia implacablemente.
VII
Ella pide un café. Se sientan juntos en la mesa del joven. Ella no le cuenta nada de su vida, sólo pregunta. Él responde sufriendo con cada palabra por temor a decir algo que pueda incomodar, aburrir o incomodar a Cote y  ella terminé marchándose.
“¿Tú tomas?”- Pregunta Cote.
Y él cuenta una historia larga que aburre a la chica, está tan absorto ante tal anécdota que comienza con un “ya no lo hago más”; hace mucho que habla con nadie. Pero se da  cuenta  que  la  mirada  fija  de  la  joven  ya  no  le corresponde; y rápidamente en un impulso de ansiedad decide preguntarle a que se dedica.
Cote le cuenta su vida, tiene 19 años y desea ser una artista visual, ama lo gatos, el earl grey, el funk y el jazz. Amó los ojos melancólicos del joven y sintió asimismo en ellos un vacío tan grande que quiso comprenderlo.
A medida que la conversación fluye, ambos notaban las diferencias evidentes entre si. Él: metódico, organizado, riguroso, de vida monótona y estructurada. Cote, liberal, desorganizada, que vivía de momentos y aprovechaba el día tanto como podía, con tantos excesos como la confianza de dos extraños le permitía comentar. Es que La Ciudad Mágica tiene mucho para ofrecer a aquellos espíritus inquietos como ella.
Cuando llegan al punto en que el joven revela que era un turista accidental y que su tren a provincia parte en la noche, Cote decide que no puede dejarlo ir sin llevarlo a conocer La Ciudad Mágica desde su perspectiva. Entonces decide guiarlo en una suerte de tour.
El joven no puede negarse. Ella lo toma de la mano y no lo suelta en todo el trayecto.
VIII
Recorren las calles centrales de la capital. Comen helado sentados en un parque cercano al río. Hablan de música, de cine, de literatura. Ríen.
Dos  extraños, que por una suerte del  destino y  el  azar,  se encuentran compartiendo un viaje por el alma de la capital, mientras sus manos siguen firmemente apretadas.
Ninguno sabe que los motivaba a seguir acompañando al otro, pero aunque este tipo de imprudencia era común en Cote, ella se siente hipnotizada por aquellos ojos tristes.
Él por su parte no deja de pensar en ella, sus manos, su piel, su mirada, su seguro estilo drástico para vivir, era hipnótico.
Dicen que los opuestos se atraen. Él la quiere desde que vio,  su mirada, su rostro delicado y gestos hermosos. La verdad es que Cote no. Esta no es la historia de dos enamorados. Pero hay algo cierto, durante ese viaje no fueron dos personas, si no que fueron una fuerza unida, guiada por la alegría de vivir.



IX
Son las 10 pm y el sol recién muestra un pequeño atisbo de desaparecer en el atardecer, esa última hora de la tarde, la que tanto ansía la Ciudad Mágica.
Suben una escalera que permite  comunicar varios espacios situados a diferentes alturas. Sus escalones disponen de varios tramos, a simple vista fácil de acceder, pero los peldaños personales y mentales del joven a veces le dificultan el avanzar. Los árboles le dan una atmósfera silenciosa. Él se pregunta si realmente lo es, está seguro que eso es imposible en la Ciudad Mágica, la frialdad de la baranda lo estremece un poco, el color grisáceo lo hace triste, sólo  la claridad al final del camino lo anima a seguir. La luz final de la escalera, el puente mirador, desde el cual puede contemplarse con facilidad un paisaje espectacular que grafica la magnificencia de la Ciudad Mágica; ubicado en un parque cerca de una estación de subte. Un puente que  no se encuentra en buen estado. Las barandillas están llenas de candados sellados basados en la vieja tradición romántica de sellar el amor para siempre.  A él le produce un poco de risa esa muestra tan ingenua de cariño, pero por otra parte le intriga,  pues él nunca se ha enamorado. Cote sube con una seguridad y ganas las escaleras dejando en evidencia que ya ha hecho este recorrido antes.
No están solos, pero pareciera que el resto de parejas estuvieran estáticas en el tiempo. Los jóvenes se apoyan en la barandilla del puente. Sus manos por fin se sueltan. Estuvieron tomadas durante todo el transcurso del paseo. Él siente un breve calambre en la mano derecha, son tan blancas que se suelen enrojecer con el mínimo toque y ésta no es la excepción. Ambos sienten un calorcito extraño en sus manos por el prolongado tiempo en que estuvieron en contacto la una a la otra;  él no deja de pensar en que quiere volver a tomarla, pero ella se afirma con  ambas manos de la barandilla, -como queriendo parapetarse de algo, tal vez de la situación-, a la orilla del puente mirador en el que esperan la tan ansiada puesta de sol.
El joven sabe que el aire de la Ciudad Mágica, sin duda, no es para nada sano en comparación con el de su provincia, pero en este momento siente un extraño placer con cada respiro. El aire infla su pecho, cada vez que exhala parece arrojar un suspiro desgarrador. Y es que suspirar es un hábito que el ser humano utiliza en muchas situaciones. El siempre suspira cuando está frustrado, aburrido, disgustado, pero ahora inconscientemente lo está haciendo sólo por placer.
Los colores y las formas de los candados confunden al joven. Intenta imaginar el ritual de amor que se vive en ese lugar,  pero su vista se desenfoca cuando ve los enormes edificios en la proximidad, luces, autos, ruidos, gente apresurada, contrastándose con la solemnidad que quieren dar los enamorados a ese lugar. La brisa de los árboles son cómplices, soplando en silencio una hermosa melodía mientras realizan el ritual de jurar amor inquebrantable.
Su mirada se fija en la imagen panorámica de la Ciudad Mágica, que le ofrece el mirador. Un paisaje urbano cuya característica es su gran homogeneidad en cuanto a su extensión y una arquitectura en sus edificios que resulta inconfundible. El verde que acompaña lo hace más amigable, y es que sin duda la gran urbe también  tiene su encanto.
Cote también mira al frente, ninguno dice nada. A él le sorprende la cantidad de edificios y automóviles. Se imagina compartir el momento con su querido abuelo, y piensa en cuantas veces lo invitó a vivir con él.
Recuerda las lecturas nocturnas con él: -Mi abuelo me leía en las noches, amé la lectura, por eso me regaló dinero para tener mi propia librería, y sin embargo, no logro recordar de quien era, de que trataba el relato que contenía las siguientes líneas: “un espacio inagotable, un laberinto de interminables pasos, que siempre te dejaba la sensación de estar perdido. Perdido no sólo en la ciudad, sino también dentro de sí mismo”.
Así me siento en la Ciudad Mágica. Me desespera no saber de qué es.- dijo rompiendo el silencio con una mirada fija a la panorámica de la Ciudad Mágica. Con cada palabra sentía que desgarraba una parte de él.
Él se voltea. Aún después de compartir todo el día juntos piensa que sus reacciones, actitudes y forma de ser la van a espantar, pero ella sólo sonríe y mira el horizonte.
Cote siente el peso de la mirada de él y se gira para corresponderla. Lo mira fijamente un par de  segundos, que parecen eternos. Él quiere entender que pasa por su cabeza.
Un segundo eterno en el que él observa cada detalle de su rostro expresivo, de tez morena, ojos brillantes soñadores, vivaces, alegres, esperanzadores. Entonces recuerda sus manos sinceras y afectuosas.
Su belleza no es exuberante, más bien, es esa belleza que tienen las mujeres bonitas. De esas mujeres  en que se mezcla  belleza y fantasía.
Es delgada, tan delgada es que es muy justificado que le digan “flaca” y ese mechón rojizo: una  nueva tendencia en pleno auge que crea un nuevo look.
Él piensa que como ella tiene el color de pelo castaño medio a oscuro, le recomendaron un mechón  rojizo  para que genere el efecto que dan las iluminaciones normalmente, pero que no son rojas sino burdeo.
Ella interrumpe sus pensamientos al decir con un tono implacable: “sé a cuál te refieres, prometo decírtelo… la próxima vez que nos veamos”.
“La próxima vez que nos veamos”. La frase repercute con tanta fuerza en su cabeza que no puede evitar ruborizarse. Gira rápidamente para volver a mirar la panorámica.
Reúne valor y pronuncia “Ya es hora que me vaya”  con un tono de evidente  tristeza.
-Lo sé, te acompañaría a la estación, pero la verdad no me gustan las despedidas.- Responde la chica, sin mirarlo a los ojos, con la vista al frente esperando el tan ansiado atardecer.
-Creo… que a mí tampoco. ¿De verdad crees que nos volveremos a ver?
-Eso depende de tí, a tí no te gusta este lugar.- Le dice con un tono seco.
Él se queda pensando como rebatirle, pero no hay forma, así que dice lo primero que se le viene a la cabeza: “gracias por salir conmigo, ¿de la escala del 1 al 10, que tan desagradable fue?”
-Mhm un 8.- Dice ella con claro tono de broma.
-Jajajaja woah, bueno, un 8 no es tan malo para mi.- Ríe el joven brevemente, pero en esos pocos “jaja” hay una sinceridad tan grande que Cote jamás va a entender. El está feliz.
-Es broma tonto, lo pase genial, sólo que siento que tú no.
-Eso no es cierto, créeme que hace mucho no la pasaba tan bien.
-No es eso, es que estás pensando demasiado las cosas, tienes que vivirlas, sentirlas, debes intentar ser un poco más drástico.
-¿Más drástico?
-Sí, mira todos esos autos que pasan- dice señalando las largas filas de automóviles que se forman a esa hora en las calles de la capital y que pueden observarse desde el mirador- cada uno tiene una historia en particular, mira a quienes conducen, tienen una vida, una rutina, piensa todo lo que hay detrás de ellos, una familia, una mascota, un amor ¿Qué crees que nos motiva a actuar?
Lo único que él dice: “No puedo saberlo, depende.”
-No, no depende de nada. Es la naturaleza humana ser feliz, no somos felices cuando nos guiamos más por lo que creemos, que es lo más racional, por sobre lo que dicta nuestro corazón. No pienses tanto,  vive. Te falta enamorarte de la vida. Cuando lo logres serás feliz y cuando debas elegir que hacer, qué decisión tomar, cuando tengas que actuar en base a una motivación, verás que lo que te dicta tu corazón será muchas veces lo más drástico, pero será lo correcto.
El atardecer en la ciudad llega, las nubes toman su color rojizo, el sol comienza a esconderse, porque por hoy ya ha cumplido su trabajo, es tiempo del ocaso del día. El instante en  el que el sol da su cálido adiós, exhausto pero satisfecho, dando paso a la luna, enérgica, con energías renovadas, dispuesta a iluminar nuestras noches. Y en ese paso de testigo, el cielo les regala una feria de colores, amarillos, rojos, naranjas, grises, entonces  las nubes pierden su timidez, mostrándose ardientes y confiadas. Pero cuando termina hay silencio seco, ella parte. No dice adiós, él tampoco. Ambos saben que esto debe pasar. Tan mágico, como cuando comenzó.
Cote suelta una carcajada por la reflexión de la luz naranja en la cara de él. Su palidez una pérdida anormal del color de su  piel, probablemente  la padece desde niño pero nunca se ha preguntado por qué quizás es el resultado de una disminución del riego sanguíneo   o  una reducción de la cantidad de sus glóbulos rojos…. Lo único que sabe es que sus labios, lengua,  palmas de las manos,  interior de su boca, incluso el revestimiento de sus  ojos, no son como el común de la gente.
Es el instante en que se retorna a casa, las calles se llenan de autos que acelerados tratan de llegar a destino, como si quisieran seguir al sol. Al  fondo los edificios mudos testigos de tantas historias que reflejan el paisaje, ese paisaje urbano.
Santiago baja la escalera por la derecha para ir al subte y así tomar su tren. Cote por la izquierda para quien sabe ir donde.

XI
Vuelve a la rutina, nada parece haber cambiado en Santiago. Han pasado seis días y ese sexto día durante la ducha, llora, apoya sus brazos y los azota contra la pared. Cierra la librería. La pena lo invada. En la cama era un mar de lágrimas y sin embargo esa noche en que el llanto cortó su rutina, logró dormir.
XII
Al día siguiente arma su mochila de viaje y una maleta. Compra un pasaje a la capital. No entiende lo hace hasta que se sube al tren. Fue una decisión tan drástica.
Epílogo.
Camina por la plaza central esperando encontrarla en el centro, la calle mayor. Aunque sabe que eso no pasara, la idea lo consuela.
Se baja del tren, llueve torrencialmente, no toma taxi. Camina con su mochila de viajero dirigiéndose al centro de la ciudad.
Se sienta en la pileta de la plaza a esperarla. Es feliz.
Se  acuerda  de  la última estrofa de aquel texto que aún no puede recordar y recita  bajo  la lluvia: “Llovía   de nuevo y veía mi aliento en el aire delante de mí, saliendo de mi boca en pequeñas ráfagas de niebla.” Luego pensó si realmente Cote sabía a qué libro se refería o solo era un flirteo.
El aguacero no cesa.
Su flequillo cubre sus ojos.
Es feliz.





FIN.

QUIEN DIRÍA QUE SON 100

EL HOMBRE PRACTICO QUE NO RECONOCE FILOSOFÍA.
ESCRIBE AL ÁRBOL,  AL CANTO DE UN PÁJARO,  AL SUSURRO DEL VIENTO…
HOMBRE NUEVO, HAMBRE NUEVA
REVOLUCIÓN DE UN TIEMPO QUE AVANZA O QUE DA VUELTAS
PERDONAR LA FRANQUEZA
SOÑADOR INSEGURO, ALGO VAGO
…. IMAGINARIO….
CON VOCACIÓN DE HORMIGA
QUE EN LAS NOCHES DE LUNA IMAGINARIA
ESCRIBE A LA SIN RAZÓN IMAGINARIA

¿TE PREGUNTO DE DONDE ERES Y QUIEN ERES?
OH SOMBRA IMAGINARIA …  ABSTRACTA PARA TODOS,
TUS LETRAS ESPANTAN, DESESPERAN, REVOLUCIONAN, ENAMORAN.

¿QUÉ HACER, QUE ORDENAR, QUE ATENDER?
POR UNA POESÍA DEL CREPUSCULO,
POR UNA POESIA DE LA NOCHE.

TU RESGUARDAS LAS LETRAS Y EL SABER
POETA DE AGUAS CRISTALINAS, DE SEMILLAS FLORECIENTES,
CABEZA FRIA, CORAZON CALIENTE,
TE REGALO LA LUNA….
(NADA DE PUÑALADAS POR LA ESPALDA)

EN FIN….
LA LENGUA ATRAGANTA MIS DUDAS,
LOS CUERPOS SIN DESMAYOS ME MUERDEN EL CORAZÓN….
Y ENTRE SELVAS DE REBELIÓN TE BUSCO….
(CON GAFAS NEGRAS PARA MANEJAR)

POETA, ANTIPOETA…. AMIGO, HERMANO,
SOSTENIENDO ESTOY TU VOZ SIN ENTENDERTE AUN,
EL PEQUEÑO BURGUÉS NO REACCIONA
NADA MÁS…

LAS LETRAS ATRAVIESAN MI  POESIA
                   ……
LA POESÍA DE LA NATURALEZA
CONTRA LA POESIA DEL SALON
LA POESIA DE LA PLAZA PÚBLICA
CONTRA LA POESIA DE PROTESTA SOCIAL
              ……………

NADA MAS COMPAÑEROS
PORQUE LOS POETAS HAN BAJADO DEL OLIMPO……..


miércoles, 21 de octubre de 2015

La fiesta

Solo imagina que hoy tienes fiesta.
No vas a tomar, porque ya superaste eso.
No necesitas alcohol para pasarla bien. Quieres recordar este día.
Quieres reír y burlarte de quienes se pasen de copas. Estas feliz.
Tu alma esta ardiendo.
Llegas temprano, vas por una bebida.
Tienes una meta.
Ha estado en tu cabeza todo el día.
Vas a hablar con ella.
Solo hablar.
No tienes mas expectativas. Hoy hablaras con ella. Le vas a hablar.
Hoy no vas a tomar.
La miras. Se te acerca y te saluda por tu nombre.
Hoy le vas a hablar. Solo quieres hacerla reír.
Le vas a hablar.
Te emociona el hecho de que le vas a hablar.
Le vas a hablar. Solo esperas el momento adecuado.
La ves. Esta hablando con otro.
Solo hablando. No es problema. Debes esperar.
Solo esperar.
Hoy le vas a hablar.
No se despega.
¿Se toman de la mano?
Esta oscuro y todos bailan, el olor a alcohol, hierba y cigarro te distrae. No la vez.
La vez junto a el, abrazados. Juntos.
Alguien llega a ofrecerte alcohol.
Bebes.
Bebes.
Bebes.
y bebes toda la noche.
Tu alma esta ardiendo.
No hablas con ella en toda la noche.
Se suponía que no ibas a tomar.

Rememorando

Vickuña Mackena con Santa Isabel, el semáforo de la esquina esta en rojo y lo veo. ¡Un talento! ¡Un maestro!, realizando acrobacias con más de 30 grados de ese calor seco que ahoga en la capital.

Deja la mochila apoyada en el poste de luz, y corre rápidamente al medio de la calle donde deja en manifiesto sus espectaculares habilidades en el arte del malabarismo

Evoca prontamente mis recuerdos de zanquista, los múltiples carnavales donde fui la sensación con mis osadas piruetas.

El rojo esta por cambiar a verde y el corre a buscar propina por aquel humilde espectáculo. Le doy mis monedas y me recita un "gracias", camino sin que alcance a terminar la palabra mientras pienso "gracias a ti, por recordarme mi hogar".

sábado, 10 de octubre de 2015

Anoche tuve una idea

Esta es mi realidad.
Desperté, tras soñar tener su cara frente a mi, sus facciones eran sinónimos de perfección que intento poco a poco olvidar, y es que recordarla es martirizarme al saber que aquella cercanía solo seria experiencia de un sueño y nada más.
La alfombra es suave y fresca, y el cuaderno en mi mejilla se volvió una . Ya es rutina dormirme estudiando en el suelo.
Ejercito los brazos, estiro las piernas y hago un par de flexiones, voy al refri, elijo entre fruta o yoghurt o ambas..esa es mi once, mi almuerzo fue un vaso de Coca Cola con tostadas de pan de manteca.
Me tomo el antialergico y voy a la ducha. shampoo, bálsamo y crema reparadora.
Vuelvo a los cuadernos pero esta vez mantengo el pc abierto con música y facebook en otra pestaña esperando 
Llevo horas sin decir una palabra, y horas sin oír una palabra, vuelvo a pensar en el sueño
Esta no es mi realidad.
Esta es solo una idea.

Emigrando por un sueño

Hace 5 años Gino empezó a viajar desde su país Perú, para dedicarse al comercio ambulante y así mantener a su esposa e hijo. Influenciado por su padre, Gino decidió venirse de forma definitiva a Chile y viajar por todo el país ofreciendo sus productos, con la esperanza de algún día cumplir sus sueños.


Gino Rivas nació hace 33 años, en Lima. Su vida es distinta a la que tiene en sus sueños. Pero eso no lo desanima.

Llegó a Viña del Mar el mes de febrero del presente año (lleva casi siete meses viviendo definitivamente en Chile), dedicado al comercio ambulante, ofreciendo distintos productos como “las ruedas para hacer mándalas” o “la pizarra mágica”.

Gino estudió para ser chef, pero el destino lo puso en una posición distinta. Dedicado hace cinco años al comercio ambulante en el norte de Chile, pero volviendo constantemente a Perú, su país de origen. Vendía videos educativos para mantener a su esposa y su hijo de seis años: Daniel. Hoy, intenta ahorrar para cumplir un sueño personal que lleva en su cabeza por décadas. Nunca se desanima, él afirma: “Si tan solo trabajara para lo quiero, quizás ya lo habría logrado, pero de que vale ganarse la gloria y no tener con quien compartirla, ni cumplir con sus responsabilidades”.


Cuando Gino recapitula como llegó al país, recuerda el cambio de alcalde que hubo en Lima. Esto provocó la eliminación de gran parte del comercio ambulante de la ciudad y la emigración de muchos al norte de nuestro país. Motivado por su padre -que hace casi 30 años que vive en Chile-, Gino decidió venirse de forma definitiva. Es decir, conseguir una residencia y los documentos para ello. Así partió con una gran cantidad de videos educativos a Antofagasta. Sin embargo llegando a la frontera, sus videos serían requisados por leyes internas.

En país ajeno, con poco dinero, sin mercadería. Tomó su guitarra y comenzó a tocar en las micros para recuperarse. Pero no pudo. Regresó a Lima donde un familiar quien le prestó aproximadamente “unos doscientos mil chilenos”.

Gino afirma que “Dios bendice de alguna manera”. -Soñar no cuesta nada- Dice riendo previo a comentar su aspiración de tener un restaurante “a todo dar” donde haya música, que él mismo pueda interpretar. “Si me caigo cien veces, me levantaré ciento uno”, y para ese sueño vive. Además de su familia.

Desde diciembre que no los ve, espera hacerlo en uno o dos meses más, ya que debe concretar sus trámites de residencia.

 Gino se considera un viajero, sostiene que si tiene que ir a Arica a vender porque sabe que hay alguna feria, lo hará. Si tiene que ir al otro extremo, Punta Arenas, también lo hará. El confía en Dios, y acepta su condición de emigrante.

El cuenta que hace cinco años aproximadamente, escuchó una predica que le cambió la vida, la historia de José, joven humilde que por destino adverso fue sometido a la esclavitud en Egipto. José nunca dejó de creer en Dios y fue bendecido con el don de interpretar los sueños, convirtiéndose en la mano derecha del Faraón.

Gino cree que siendo humilde y confiando en Dios, algún día cumplirá su sueño. No sabe cuánto tiempo falta para eso, pero no le importa, pues aún le quedan muchas “pizarras mágicas” y “ruedas” por vender.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Medio siglo cortando el pelo

Jorge Ramírez tenía 21 años cuando sus tíos lo convencieron de dedicarse al oficio de peluquería. Hoy tiene 76 años. Ha trabajado casi toda su vida en el mismo lugar, donde antiguos sillones albergan incontables anécdotas del aquel oficio que  ama y  considera, se ha desvalorado con el pasar de los años.
Son casi las 20.00 horas, a Jorge Ramírez aún le queda una persona por atender, quien espera paciente que su peluquero afine los detalles finales del cabello del cliente, para que venga su turno.
    

El hombre que espera, observa con detención la peluquería que conserva esa esencia y diseño de antigüedad; grandes sillones americanos, navajas de afeitar, correas afiladoras, lo envuelven en un espacio atemporal. Destacan también los muchos “gatitos de la suerte” con su característico movimiento de manos al unísono, contrario a lo que muchos creen, no es por suerte, es porque los niños disfrutan de mirarlos. Hay también una réplica en miniatura de un sillón peluquero, obsequio de un cliente recurrente. Pero lo más llamativo es probablemente el reloj cucú.

Jorge Ramírez corta el cabello con seguridad, tenía unos 21 años cuando decidió convertirse en peluquero y barbero, influenciado por sus tíos quienes le decían que este oficio era muy bueno. Fueron ellos quienes prepararon a Jorge, lo hicieron tan bien, que sólo tuvo que hacer un curso muy breve antes de sacar el “carnet profesional”. Hoy con 76 años sigue en el oficio que comenzó hace ya 54 años.

Cuando obtuvo su acreditación comenzó a trabajar inmediatamente en una pequeña peluquería ubicada en el centro de Santiago, pero al poco tiempo, surgió una mejor oferta en una peluquería ubicada en Providencia en Vicuña Mackenna, a metros de calle Santa Isabel. El dueño había fallecido en un accidente en motocicleta, y la familia asumió la administración del local. El sillón que ocupaba el fallecido, sería en el que trabajaría Jorge.

Pasaría mucho tiempo antes de que los dueños decidieran vender y Jorge la comprara. Pero los años y el arriendo le han obligado a reducir de cuatro sillones a sólo dos.

Cada día de la semana abre temprano. Su especialidad es el corte de varones, aunque con los años de experiencia afirma que podría cortarle el pelo a una mujer, pero nunca lo ha hecho. Él puede hacer desde un corte clásico hasta un corte más juvenil, ha debido aprender y modernizarse. Utilizando tijeras, navajas o máquinas eléctricas, Jorge se pasa dando forma al cabello de decenas de clientes que día a día llegan hasta su lugar de trabajo. También es experto en la barbería. El afeitado para él, es un arte complejo que ya no goza de la concurrencia de antes.

Cuenta que tiene una clientela fija a los que ha atendido por años. Abre a las 8.00 de la mañana cierra a las 20.00 horas, eso sí, si hay un cliente pasada esa hora lo atiende, como ocurre este día. Descansa cerca del mediodía donde se toma una hora para almorzar.

Le es difícil recordar la cantidad de personas que han pasado por esos sillones, empresarios, doctores, fanáticos del orden y limpieza que iban a desvellarse cada semana. Figuras referentes como el doctor Sótero del Río, quien fue Ministro de Chile, en varias ocasiones. Jorge cuenta con orgullo que ha sido el peluquero de cuatro generaciones de la misma familia.

Comenta que su trabajo consiste en ser preciso y con firmeza, sostiene que un buen peluquero es el que sabe hasta dónde y cuánto cortar, porque según sus palabras: “todo corte debe ser peinable”. Cuando se trata de un afeitado, debe saber usar la navaja con precisión para que el vello no crezca grueso y desagradable, en este servicio no se pueden cometer errores. Estas son las críticas que les hace a los actuales peluqueros, que no tienen estudios tan avezados como los que se necesitaban antes. Él ha preparado a varios a través de las décadas, pero terminan yéndose a lugares donde les pagan más. Sin embargo, hay uno que recuerda con cariño, está ejerciendo peluquería en Estados Unidos y según Jorge le va muy bien. Siempre que viene a Chile pasa a ver a su maestro.     
Cuando le preguntan si alguna vez se ha arrepentido de su oficio, esperando ver en su respuesta una afirmación producto de la exigencia y rutina de su trabajo, Jorge con un tono de voz tan seguro, que no refleja ni por un segundo duda, responde firmemente “No me arrepiento ni por un momento, esto me ha dado todo”.

viernes, 20 de marzo de 2015

Éxtasis de Inocencia.

Estaba quedándome dormido con el celular en la mano, cuando oí que me preguntó si estaba dormido, me levante por inercia, afirme una negativa y busque mis chalas debajo de la cama, no las encontré, fui a baño me peine brevemente, busque mis anteojos, volví a mirar debajo de mi cama y encontré las chalas.

Salí y estaba sentada a la orilla de la mesa, en la otra estaba una chica morena que apenas mire, ella me la presento, a verla y oírla hablar descubrí su origen de  joven peruana que el trabajo la había avejentado, usaba una polera ancha verde, un short corto y unas chalitas.

Me saludo de manera sumisa, con un breve apretón de mano, yo me reí mentalmente de tal saludo pero no lo hice al ver que la situación era de tensión y complejidad.

Ella le explicaba a la joven de polera verde, que yo solo me la pasaba estudiando que vivíamos tranquilos y apenas nos veíamos, que ella podía venir aquí y su bebe no nos haría problema, le pregunto cuantos meses tiene para prepararse y si seria hombre y mujer. Entonces surgió un silencio tan incomodo que se podría quebrar tan fácilmente...ella dijo -la de polera verde- "p-pero yo no tendré el bebé".

Me quede algo impávido al ver la situación, me mantuve apoyado en el respaldo del sofá que estaba frente a la mesa. Brazos cruzados sin decir nada...

Con tono paternalista ella respondió que como era posible eso, que ni lo pensara y continuo hablando de la habitación y esos detalles, la niña de la polera verde esta vez dijo que "el papá lo vendrá a buscar de Peru". Exaltada por esa afirmación tan segura pregunto: "¿Y tu sabes quien es el papá? ¿ahora hay un papá? ¿y de donde salio?". La niña de polera verde, dijo que si, la niña ya tenia un papá y ahora estaba trabajando en Perú para venir a buscar a la niña cuando naciera.

La joven no levantaba la cabeza, jugaba con los individuales en la mesa. Entonces el cuestionario retomo curso cuando le menciono cual seria el sexo del bebe, y que la dejara sentirlo, en ese entonces recién me percate de la pansa bien disimulada de la niña, mi tía me menciono al día siguiente que la niña hasta el 7º mes disimulo la pansa usando faja, la chica de polera verde no se movió y dijo "que su tía ya tenia visto alguien con quien regalarla". Eso no convenció a nadie, inmediatamente le contesto diciendo que "eso se ve con abogado, además todos en el barrio hemos oído de todo, que la quieres dar, que la vas a matar, que la quieres comer, que la vas a vender, de todo", la peruanita dijo ¿se ve con abogado?.

Yo seguía de brazos cruzados en mi misma posición, justo al medio de las 2 mujeres.

-Tienes que tenerla, ¿Como las vas a regalar? ¿Que tal si al ver tu carita ella te gusta? ¿Que tal si algún día te arrepientes? Quien sabe si al darle pecho te gusta.

-Yo no le dare pecho - dijo la joven aludida.

- Tienes que darle, es vital para su desarrollo, por las vitaminas---

- Que tome biberón.

- En el hospital te harán darle.

- Yo voy a estar dos días y luego la dejare

- Estas loca, ¿como vas a hacer eso? te denunciaran.

- Pero si yo después de dos días me voy a ir, la dejare ahí en el hospital

- Si tu querías darla en adopción, tenis que ver eso mucho antes, hablarle con el hospital, y hacerlo con un abogado.

- Yo ya lo hable con mi abogado - Yo pienso que ella apenas tenia la noción de que era una abogado, jamas había hablado con uno

- ¿Que abogado me hablas? ¿De donde ibas a sacar uno? Primero me dices que la vas a dar, que tiene papá, que tu tía le encontró una familia, y ahora la vas a dejar en el hospital....

- (...) Yo pensé que era como en Perú, que después la iba a buscar- Una mentira tan rebuscada, que hizo calmar la tensión que iba in crescendo.

- ¿En que hospital la tendrás? ¿Cuando es tu próximo control? Yo te acompañare al próximo.

- Bueno

- ¿Porque has ido a control, cierto? ¿Que sexo te dijieron que es? ¿Que te ha dicho el Dr.?

- (...) Mejor iré con mi tía

- Mira yo te ofrezco este lugar, para que te quedes, te ofrezco ayudarte y cuidarte, y cuidar al bebé, tenlo aunque sea 3 meses y si no sientes nada de afecto maternal entonces yo consigo un abogado y yo me lo quedo. Lo hacemos todo legal. Pero tenlo aunque sea 3 meses, intenta quererlo, es tu hijo.

-¿Que más se hace?

- ¿Que mas se va a hacer? Quererla, darle besos, llevarla al jardín, darle teta, es tu guaguita-contesto eso de forma tan rápida e irónica que sentí la necesidad de reír, que me trague para siempre

-Nooo, lo del abogado.

-Bueno se contrata un abogado, lo hacemos todo legal y me la dejas a mi

-Y yo nunca más tengo que ver a la guaguita.

-Sip, pero tienes que estar 3 meses con ella, y luego tomaras la decisión.

El silencio se retomo.

Me fui a la cocina, no se porque esta situación me supero, intentaba no olvidar las palabras, comí maní un largo rato, de ese que es con cascara, la cocina vacía hacia que el ruido tuviera una reverberación incomoda.

Entonces escuche de la joven peruana un: "¿hay DVD?, ¿de que tan grande es la tele?", muy sorpresivo y rápido. La exaltación contraria fue inmediata, dude de la salud mental de la jovencita en ese momento, "¿!Como podes preguntar eso?! en una de esas ni pienso colocarte televisor, te estoy ofreciendo una casa, comida y gratis y me preguntas que tan grande es el tele..." y así por unos cuantos segundos más que debieron parecer eternos, respiro y volvió con el tono paternalista, la joven de verde no pregunto nada más, desvió el tema preguntando que opinaba su tía, la respuesta es "que no sabes nada, que estas perdida, que no sabes que vas a hacer, y que te vengas no más", ella la fue a dejar a su actual casa, supongo que planificando su supuesta venida como nueva inquilina.

Yo me quede un largo rato en la cocina. Cansado de seguir comiendo por ansiedad me dirige a la ventana, mire el cielo santiaguino y vi el smog acumulado que parecía caer a una velocidad lenta y melancólica.

Pensé en un largo rato, como ella necesitaba ayuda, recordé mi instancia en Calbuco hace un par de años atrás, no pude evitar evocar mis recuerdos de aquel campamento en dicha localidad. Pensé en como seguramente esta joven de polera verde necesitaba ayuda, necesitaba cariño, desee por un momento haberla conocido, quizás poder entregarle sentimientos y ser el padre de esa criatura, pero eso jamas iba a pasar, solo lo decía mi alma destrozada por una criatura que aun no conoce este mundo. Al día siguiente supe que consiguió un cuarto en no se donde, es obvio que prefiere pagar un cuarto a vivir 3 meses con el fruto de su desliz.

En ese momento solo podía mirar el smog, y entonces pensé:

Santiago esta llorando

viernes, 13 de marzo de 2015

"Sin Titulo" o "La Criatura que Ataca sin previo aviso"


La criatura ataca sin previo aviso

no es la primera vez que me atormenta

su mirada es profunda, oscura, inquieta

y entonces la veo y lloro y suplico y grito.

Esto es rutina.

Abre los dientes enseñando sus colmillos filosos

Esta colérica, y aunque su drama teatral reiterativo se revuelve en mi memoria


me desespero.

La amapola me mira y se ruboriza, ella sufre porque tengo su olor

pero yo me volteo

y miro a el jazmín

y miro al clavel

y miro a el alelí

y miro a la violeta

y miro al tulipan

y miro tu corazón

y vuelvo a a mirar a la amapola y lloro 

porque yo quiero amapola

pero a la rosa la amo.

Y entonces grito, 

y la Prueba Superior Una vez que comienza no acaba

repercute para siempre

presiona sus colmillos en mi piel

y entonces mi carne se desgarra y no puedo huir.

Ella viene en la soledad de la noche, en las noches de luna menguante

me apuñala y escapa

solo son tribulaciones me digo

pero no es mi mente.



Si muero quiero que sepas que no morí a propósito

que la marea estaba muy alta y las olas me llevaron al cielo oscuro del reino olvidado

que mis entrañas se las comieron los buitres

pero yo estaba vivo

aunque hubiese muerto

la criatura no seco mi piel

yo volveré

te lo prometo

yo llegare

yo me alzare

retornare

no moriré

ascenderé

yo viviré

y comeré, y naceré, y escribiré.

La criatura se fue.

Pero sé que volverá.

Poema escrito en noviembre del 2014 y publicado originalmente en el rincón literario de la Revista Juvenil: RanKomix año 1 #1 (marzo 2015)